San Gregorio III, Papa

San Gregorio III
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Papa de la Iglesia católica
18 de marzo de 731-28 de noviembre de 741
PredecesorGregorio II
SucesorZacarías
Información personal
NombreGregorio
NacimientoSiria Bandera de Siria
Fallecimiento28 de noviembre de 741jul.
Roma, Italia

San Gregorio III (en latín, Gregorius III; m. 28 de noviembre de 741)​ fue el 90.º papa de la Iglesia católica, desde el 18 de marzo de 731 hasta su muerte.

Nacido en Siria,​ fué elevado por el pueblo al trono pontificio durante los funerales de Gregorio II.

Combatió a los lombardos e iconoclastas pero murió sin haber erradicado la herejía de estos últimos.

Ganó por su caridad el sobrenombre de Amigo de los pobres gracias a las limosnas que le hacía Inglaterra en el llamado Óbolo de San Pedro y no sólo excomulgó al emperador de Oriente, León III, como hereje iconoclasta, sino que le insultó en distintas cartas tratándolo de bárbaro e indigno de reinar.

Tuvo con el rey de Lombardía, Liutprando, trato doble: primero se hizo su amigo para que no se apoderase de Roma y para que le cediera los pueblos de su provincia, luego acogió a los duques de Spoleto y de Benevento, rebeldes, uniéndose a ellos contra su bienhechor.

Y como éste trató de vengarse, Gregorio reconociendo su debilidad, envió primeros, segundos y terceros embajadores a Carlos Martel, duque de Francia, para que le socorriera contra Liutprando.

Como Papa, instituyó la fiesta de Todos los Santos, el 1 de noviembre, que inicialmente, solo se celebraba en Roma.

Fué el último Papa no europeo hasta el 13 de marzo de 2013, cuando fue elegido Francisco. Es igualmente el último pontífice de Asia.



Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa

Martirologio Romano:

En Roma, en la basílica de San Pedro, san Gregorio III, papa, que procuró la predicación del Evangelio a los germanos y, en contra de los iconoclastas de la Urbe, adornó las iglesias con sagradas imágenes. († 741)

El Papa Gregorio III fue hijo de un siriano llamado Juan. No se conoce la fecha de su nacimiento. Su reputación por el aprendizaje y sus virtudes, fueron tan grandes que los romanos lo eligieron como papa por aclamación, cuando él acompañaba el funeral de su predecesor, el 11 de febrero de 731.

Él no fue consagrado más que un mes después de su elección. Se presume que la espera de la confirmación de la elección fue por las consideraciones en Ravenna. En materia de iconoclasmos, él siguió la política de su predecesor. Envió delegados y legados en relación con la persecusión del emperador León III, desarrolló dos sínodos en Roma (731) en los cuales se condenaron las herejías.

Como forma de protestar contra el emperador, hizo que se dieran honores especiales a las imágenes y reliquias en particular a las de San Pedro. Existen fragmentos de inscripciones de estos tiempos, que dan cuenta de estas condiciones en la Basílica del Vaticano, algo que él construyó y frente a las cuales se oraban y recitaban oficios especiales.

La respuesta de León ante los argumentos y apologías de las adoraciones que se llevaban a cabo en oriente y occidente, fue tomar los patrimonios papales en Calabria y Sicilia, o donde quiera que se tuviera poder en Italia. Esas posesiones fueron trasferidas al patriarca de Constantinopla, una jurisdicción ecleciástica que eran tenidas, ambas, por el papa con anterioridad. En ello tuvo un papel importante la Prefectura de Illyricum. Gregorio III confirmó la decisión de sus predecesores con los respectivos derechos de los Patriarcas de Aquilea y Grado, y envio el “pallium” a Antonio de Grado.

Con otorgar también derechos a Egbert de York, estaba siguiendo los acuerdos de San Gregorio I, quien había dejado claro que York tenía los derechos metropolitanos en el norte de Inglaterra, y que Canterbury los tenía en el sur. Tanto Tatwine y Nothelm de Canterbury recibieron el “pallium” en sucesión de Gregorio III (731 y 736).

A su requerimiento, Gregorio III extendió el mismo apoyo y ayuda a San Bonifacio, lo que le había sido dado también por Gregorio II. “Refuerzo que excedió por la ayuda del afecto de la Sede Apostólica”, con ello el santo continuó con alegría, su glorioso trabajo por la conversión de Alemania. Cerca del 737, Bonifacio vino a Roma por tercera ocasión para una recuento de su actividad, y para disfrutar de una conversación “que compartía vida” con el Papa. A petición de Gregorio, el monje y gran viajero, San Willibald, fue a asistir a su primo Bonifacio en sus tareas.

El final del período pontificial de Gregorio estuvo cargado de problemas por acción de los lombardos. Dándose cuenta de la ambición que tenía Liutprand, Gregorio completó la restauración de las murallas de Roma, lo que había sido iniciado por sus predecesores. También trajo de retorno Gallese, algo importante en la vía, de Transmundo, Duque de Spoleto. Esto permitió tener abiertas las comunicaciones entre Roma y Ravenna.

En el 739, Liutprand estuvo de nuevo en armas. Sus tropas avanzaron abrumadoramente, y él mismo marchó hacia el sur subyugando a los Duques de Spoleto y Bevento, así como al Ducado de Roma. Transamund huyó a Roma y Gregorio imploró ayuda al gran jefe francés, Charles Martel. Después de un tiempo aparecieron embajadores del Vice-Rey (subreguladores) de Frank, en Roma (739).

El hecho de que llegaran, en medio del calor del verano, trajo una paz momentánea. Pero al año siguiente. Liutprand tomó nuevamente el campo. Esta vez los romanos dejaron sus murallas y ayudaron a Transmundo a recobrar Spoleto. Cuando, no obstante, se había recuperado su ducado, él no pudo cumplir con el requerimiento de Gregorio en tanto recobrar para el papa “las cuatroa ciudades del ducado de Roma que se habían perdido”.

Fue en medio de todas estas guerras y rumores de guerra, que murió Gregorio. Fue sepultado en el oratorio de Nuestra Señora, el cual había construido para él en San Pedro. Murió en 741.

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Fuente: Enciclopedia católica
Papa San Gregorio III
(Gobernó de 731-741.)

El papa Gregorio III era el hijo de un sirio llamado Juan. No se conoce la fecha de su nacimiento. Su reputación por su virtud y erudición eran tan grandes que los romanos le eligieron Papa por aclamación cuando iba acompañando la procesión funeral de su antecesor (11 de febrero de 731). Puesto que no fue consagrado hasta un mes después de su elección, se presume que esperó por la confirmación de su elección por el exarca de Rávena. En asuntos de iconoclasia, siguió la política de su predecesor. Envió legados y cartas para protestar ante el emperador perseguidor, León III, y realizó dos sínodos en Roma (731) en los cuales se condenó la herejía destructora de imágenes. A modo de protesta práctica contra las acciones del emperador tuvo por regla rendir honor especial a las imágenes y reliquias, dando atención particular al tema de San Pedro. Hay fragmentos de inscripciones, que pueden verse en las criptas de la basílica vaticana, que atestiguan que él construyó allí un oratorio y que ordenó que allí se recitaran oraciones especiales.

León, cuya única contestación a los argumentos y defensas del culto a las imágenes que le llegaban de Oriente y Occidente era la fuerza, se apoderó de las propiedades papales de Calabria y Sicilia y en todos los lugares de Italia en los que tenía poder. Además transfirió al patriarca de Constantinopla la jurisdicción eclesiástica que los Papas habían ejercido antes tanto allí como en la antigua Prefectura del Ilírico. Gregorio III confirmó la decisión de sus predecesores en cuanto a los respectivos derechos de los patriarcas de Aquilea y Grado, y envió el palio a Antonino de Grado. Al concederlo también a Egberto, arzobispo de York no hacía otra cosa que seguir las directrices de Gregorio I que había establecido que York tendría los derechos metropolitanos en el norte de Inglaterra, como Canterbury los tendría en el sur. Tanto Tatwine como Nothelm de Canterbury recibieron el palio en sucesión de manos de Gregorio III (731 y 736). Atendiendo a su petición, Gregorio III le extendió a San Bonifacio el mismo apoyo y estímulo que Gregorio II le había dado a él. “Sumamente fortalecido por el afecto de la Sede Apostólica”, el santo continuó alegremente su glorioso trabajo en pro de la conversión de Alemania. Alrededor del año 737 Bonifacio vino a Roma por tercera vez para informar de sus trabajos y para disfrutar de la “conversación que da vida” con el Papa. Por orden de Gregorio, el monje y gran viajero San Wilibaldo fue a ayudar a su primo San Bonifacio en sus labores.

El fin del reinado de Gregorio fue perturbado por los lombardos. Sabiendo de la ambición que animaba de Luitprando, Gregorio completó la restauración de las murallas de Roma que habían comenzado sus predecesores y compró de nuevo a Transamundo, duque de Espoleto, una fortaleza en la Vía Flaminia, llamada Gallese, que mantenía abiertas las comunicaciones entre Roma y Rávena. En 739, Luitprando se levantó en armas de nuevo; sus tropas expoliaron el exarcado y él mismo marchó hacia el sur para someter a sus vasallos, los duques de Espoleto y Benevento y el ducado de Roma. Transamundo huyó a Roma y Gregorio imploró la ayuda del gran jefe de los francos, Carlos Martel. A la larga los embajadores del virrey (subregulus) de los francos aparecieron en Roma (739). Su llegada, o el calor del verano, trajeron una paz momentánea. Pero al año siguiente Liutprando de nuevo entró en campaña. Esta vez los romanos salieron de sus murallas y le ayudaron a Transamundo a recobrar Espoleto. Sin embargo, una vez recuperado su ducado, no quiso o no pudo cumplir el deseo de Gregorio y trató de recobrar para el Papa “las cuatro ciudades del ducado romano que se habían perdido por su causa”. En medio de todas estas guerras y rumores de guerra, murió Gregorio en 741, no se sabe si en noviembre o diciembre, y fue enterrado en el oratorio de Nuestra Señora que él mismo había mandado a construir en la Basílica de San Pedro. Sin embargo, en el Martirologio Romano se le conmemora el 28 de noviembre.


Bibliografía: Codex Carolinus en JAFFE, Monumenta Carolina (Berlín, 1867), o en Mon. Germ. Hist.; Epp., III (Berlín, 1892). Vea también la bibliografía en el artículo Papa San Gregorio II.

Fuente: Mann, Horace. "Pope St. Gregory III." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909. .

Traducido por Pedro Royo. 











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