La
reputación de la santidad de Jutta y de su alumna pronto se extendió por
la región y otros padres ingresaron a sus hijas en lo que se
convertiría en un pequeño convento benedictino agregado al monasterio de
Disibodenberg. A la edad de 15 años, Hildegarda profesó como monja en
este lugar. Cuando Jutta murió en 1136, Hildegarda fue elegida abadesa
de la comunidad. En el año 1141, Hildegarda comenzó a escribir su obra
principal con sus visiones.
En 1147 fundó el primer monasterio de
mujeres que no dependía de uno de varones, en Rupertsberg. Escribió
numerosas obras musciales y una obra sobre medicina de la naturaleza.
Fue la única mujer a quien la Iglesia permitió predicar al pueblo y al
clero en templos y plazas, realizó al menos cuatro grandes viajes fuera
del convento para predicar. Además era consultada como gran consejera
por reyes y gente muy importante.